La máquina de escribir ha sido el
único objeto que ya vivía en la casa y que ha permanecido todo el tiempo,
siendo testigo de todo lo que ha acontecido desde el momento en que la
compramos. Moviéndose de un sitio a otro,
por diferentes manos, hasta que finalmente, este fin de semana le hemos
asignado un lugar principal, que junto a los muros de piedras nos recuerdan
que antes estuvieron otros.
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